El Salón de las Palabras

¿Es capaz la fotografía de captar la esencia de la realidad?, ¿es el retrato el espejo del alma?, ¿es verdad que una imagen vale más que mil palabras?.
No voy a ser yo quien te responda, porque cada uno escucha desde su teoría. Afinas el oído como puedes,  no hay tanta voluntad en eso.

El otro día, en Albarracín, decía García-Alix que no creía que una imagen valiera más que mil palabras. Aberto es una persona muy verbal. Lo dice todo cuando habla y casi todo cuando escribe. Sus fotos dicen lo justo. Ni una palabra más.

A cada cual su estilo. El estilo es la manera que tenemos de relacionarnos con el mundo. Está Philip-Lorca DiCorcia, que a todo le da la vuelta. Twister brother.

Exquisito del Boston exquisito, educado en los mejores colegios, Yale a sus pies.
Obtuvo una beca de la Fundación para las Artes del Gobierno de Estados Unidos, y cómo no, se puso del revés.

DiCorcia merodeaba por las calles de Santa Mónica Blvd., cuando encontraba un lugar que le gustaba, él y su ayudante preparaban el decorado: luces, trípode, cámara... luego buscaba a un chapero y lo contrataba para que posara en su escenario. 20$ por servicio. Pura transacción económica que costeaba con el dinero que el Gobierno americano destinó para su beca. El pie de foto era el nombre del chapero, su ciudad natal y su tarifa. El resultado, la serie "Hollywood" (1990).

Las fotografías de esta serie muestran una realidad. No son personas, sino bienes de consumo. Etiquetas, estereotipos, productos de la estética publicitaria. Son otra forma de mirar el alma de las personas, de tirar la moneda al fondo del pozo.


Philip-Lorca DiCorcia, de la serie Hollywood, (1990)




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